Luís Vicente Juez En abril de 1945, uno
de los pilotos legendarios de nuestro vuelo sin motor consiguió el récord mundial de permanencia en
Monflorite, tras 52 horas y 36 minutos de vuelo ininterrumpido.
El día 27,
a las 7 horas y 14 minutos, es lanzado al aire con
tirantes elásticos. Media hora más tarde, y volando en una
tranquila ascendencia orográfica, alcanzaba los 350 m. sobre el
punto de partida. Alrededor de las 9,30 h. empezó a registrar los
clásicos "meneos" precursores de la ascendencia térmica
que media hora más tarde y ya perfectamente formada, le permitió
elevarse hasta los 1.200 m. volando en espiral.
Pasó el día
manteniéndose alternativamente con apoyos orográficos y térmicos;
estos últimos, al caer la tarde, fueron desapareciendo para dar paso
a una atmósfera tranquila que le proporcionó un plácido vuelo de
ladera con un techo máximo de 300 m. En esta situación vio Juez
llegar la noche; el improvisado balizaje se enciende (unas hogueras
en la pista) y todo el equipo de tierra queda con el espíritu tenso
tratando de mantener localizado al velero; el piloto se rebulle en su
diminuta cabina y se apresta a afrontar la parte más dura y, sin
embargo, más monótona de su hazaña.
Toda la noche la pasa
el piloto sin poderse separar de la ladera de la Escuela. El viento
se ha mantenido constante soplando con una intensidad de unos 60
Km/h. Sobre las 4,15h del día 28 observa que, aproando el velero al
viento hacia las luces de la ciudad de Huesca, el variómetro acusa
un +1/2; pronto se da cuenta, con alegría, que es la ascendencia
ondulatoria la que viene en su ayuda. Efectivamente; abandonando la
orografía se acomoda a la nueva situación; va ganando altura
paulatinamente hasta alcanzar los 1.000 m. En este momento su
variómetro registra ya ascendencias de 2 y hasta 3 m/s., que le
permiten elevarse a 5.000 m. sobre el punto de despegue. Con el +1/2
m/s. va tanteando el campo ondulatorio, con la poca fortuna de
situarse en la zona descendente que en pocos minutos lo deja en la
capa baja. Mientras tanto, había ya amanecido, y con la llegada del
nuevo día Juez se encuentra recuperado.
Poco después de las 7
h. del día 28 entraba de nuevo en la zona ascendente de la
ondulatoria, y alrededor de las 8h. se había remontado otra vez a
los 5.000 m.; pese al intenso frío que sentía, continuó subiendo
hasta alcanzar los 6.000. No teniendo objeto soportar la baja
temperatura reinante a tales alturas, Juez saca los frenos y en
fuerte picado se sitúa de nuevo sobre la ascendencia orográfica de
la ladera; más de dos horas le costó el entrar en reacción. El
resto del día y la primera parte de su segunda noche en el aire lo
pasa sobre la laderita de "Monflorite" en vuelo combinado
orográfico-térmico.
Al llegar la noche del
día 28, Juez había superado la última "marca" mundial de
permanencia, homologada oficialmente por la Federación Aeronáutica
Internacional: 36 horas y 36 minutos, en 1933.
El
viento continuaba soplando sin cambios notarios en su dirección e intensidad.
El solitario piloto hacía frente a su segunda noche de vuelo con un espíritu
inquebrantable, venciendo la sed y el sueño, la incomodidad y la fatiga. La
tensión de nervios mantenía en permanente vigilia a toda la Escuela, y a la
ciudad y a todos los españoles que por las emisoras de radio eran informados de
las incidencias del vuelo de esta gran aviador que es Vicente Juez.
Sobre
las 20,30 h., el piloto empieza a notar los mismos síntomas de ascendencia
ondulatoria observados la noche anterior; apoyándose en ella, se pasa la
primera parte de esta noche, volando entre los 2.000 y 5.000 m. sobre la ciudad
de Huesca y sus alrededores. En las primeras horas de la madrugada del día 29
la intensidad del viento en altura va debilitándose rápidamente, con lo que
desaparece la ascendencia ondulatoria y obliga a Juez, una vez más, a recurrir
a la orográfica.
Una
hora más tarde (dos de la madrugada) el viento, en la capa baja, es tan
variable en su dirección e intensidad que el piloto teme verse obligado a tomar
tierra. Con todos los recursos de su gran veteranía y habilidad, trata de ganar
la mayor altura posible para prolongar el vuelo hasta el máximo de las
posibilidades humanas; con ascendencias tan leves que ni el propio variómetro
acusaba, va subiendo metro a metro hasta alcanzar los 700.
En
esta lucha, a fuerza de paciencia y tesón, las horas pasan lentas; a las 5 de
la mañana el viento es ya tan flojo que las pasadas del velero sobre la ladera
rozan su borde e incluso algunas son por debajo de ella; la toma de tierra
parece inminente y, sin embargo, con una tenacidad asombrosa, Juez se mantiene
así ¡otras seis horas!
A
las 11h. del día 29 el viento era tan débil y tan variable en su dirección que
ya no producía ascendencias aprovechables. El piloto y el gentío que había
acudido a la Escuela se preparaban para poner punto final a la gran aventura.
No obstante, Juez no se rendía y trataba de apoyarse en las sutiles
ascendencias que encontraba en sus pasadas ya más bajas que la ladera, sin
lograr por ello otra cosa que la ganancia de unos poquísimos metros; y en esta
porfía pasan otros tres cuartos de hora. Rozando las rocas y
"saltando" carrascas, apura el planeo de su "Weihe" hasta
posarse sin novedad, al pie de la ladera a las 11,50 h. del día 29, después de
volar ininterrumpidamente por espacio de 52 horas y 36 minutos, con lo que el
vuelo sin motor español aportó su granito de gloria a la Aviación Española.
Para
esta clase de vuelos lo fundamental, aparte de la continuidad del viento, es el
factor "hombre", ya que al velero sólo hay que exigirle una razonable
estabilidad para evitar en lo posible la fatiga del piloto; ello requiere una
sistemática preparación física y un largo entrenamiento de vuelo, parte de él
nocturno, con el fin de asegurar la capacidad de resistencia; Juez perdió más
de 5 kg. de peso durante el vuelo.
Nuestro compatriota llevó a cabo
su proeza un poco "a la española": la segunda noche se le helaron una
gran parte de sus alimentos, por lo que la mañana siguiente fue abastecido en
vuelo desde otro velero e incluso, por el mismo procedimiento le llegó una
carta de su novia... para que un hombre sólo pase dos noches consecutivas en el
aire hace falta estar dotado de un temple especialEn el cuarto campeonato del Mundo, celebrado en Cuatro Vientos (Julio de 1952), con la denominación de Certamen Internacional de Vuelo a Vela, Juez fue proclamado Campeón del Mundo al obtener el número uno en la Clasificación General de biplazas
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