Una mujer de origen alemán, que lleva casi 40 años viviendo en España, se ha convertido en la primera persona discapacitada en recibir la licencia para vuelo sin motor en nuestro país, después de siete años de intensa y tenaz lucha.
Elizabeth Heilmeyer comenzó su particular «batalla de los cielos» el mismo día en que sufrió, el 31 de mayo de 2003, un accidente practicando, precisamente, su mayor pasión: vuelo sin motor en la Escuela de Vuelo Senasa de la localidad toledana de Ocaña.
En aquél accidente Heilmeyer quedó parapléjica mientras que su compañero de vuelo tuvo la fortuna de resultar ileso. Ambos cayeron a tierra cuando falló el mecanismo que impulsaba el aparato, hoy sustituido por el remolque desde avionetas.
Heilmeyer inició su peregrinaje por los despachos de Aviación Civil para recuperar la licencia de vuelo que perdió a raíz del accidente y que al final obtuvo por la única vía que la quedaba ante tantas «reticencias», la judicial.
Paradojas de la vida, la propia Heilmeyer, antes de su accidente, fue testigo de la llegada a la escuela de vuelo de un avión adaptado para que la gente con discapacidad motora pudiera volar.
Fundó la asociación «Sillas Voladoras» con un grupo de locos por el vuelo, con el objetivo de lograr que las personas discapacitadas puedan obtener la licencia de vuelo. La asociación tiene hoy 124 socios, algunos discapacitados y otros no. Muchos de ellos son pilotos (hay cinco pilotos también discapacitados)
Heilmeyer dice que «en prácticamente todos los países europeos, y en Estados Unidos la gente con discapacidad motora puede volar, no solo planeadores, sino avionetas, ultraligeros; en Francia incluso hay dos pilotos comerciales parapléjicos».
Estos argumentos no convencieron al principio al equipo de medicina aeronáutica de Aviación Civil, que le daban largas, hasta que Heilmeyer optó por otra vía más resolutiva.
Ella y un amigo abogado y también piloto de ultraligeros y avionetas recopilaron toda la documentación que regula este tema en los otros países e iniciaron un contencioso con Aviación Civil.
La solución vino al cabo de casi siete años, cuando a comienzos de este mes recibió por correo su ansiada licencia de vuelo.
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