1907 - PRIMER VUELO EN DIRIGIBLE - Leonardo Torres Quevedo
El dirigible, Graff
Zepplinvisto en España en el año 1928,
despertó una gran expectación cuando sus 230m de longitud y sus 60 toneladas de carga, atravesó el país, varias veces, en sus rutas
alrededor del mundo.
No era el primero que se
veía. A principios del siglo XX presentó
Leonardo TorresQuevedo ante las academias de ciencias de Madrid y de París diversos
proyectos de dirigible. Las novedades de sus propuestas se centraban en haber
hallado una solución al problema de la suspensión de la barquilla gracias a una
estructura que reforzaba el globo por medio de una especie de esqueleto de
cables. Así, el globo ganaba en rigidez y en estabilidad, lo que a su vez hacía
ganar en seguridad al conjunto de la nave. Hasta ese momento la fragilidad de los
globos empleados en dirigibles hacían que los vuelos con estas naves fueran muy
peligrosos y que las barquillas constituyeran puntos débiles muy a tener en
cuenta.
De la asociación de
Torres Quevedo con el capitán del ejército español Alfredo Kindelán surgió
hacia 1905 el proyecto de construcción del primer dirigible de España en el
Servicio de Aerostación Militar de Guadalajara. El mundo dirigió su vista hacia
las patentes que sobre dirigibles estaba presentando Torres Quevedo. Fue la
compañía francesa Astra la que logró hacerse con los derechos de los ingenios
aéreos del español y, así, comenzó la carrera mundial de los dirigibles
Astra-Torres que fueron empleados incluso en la Gran Guerra. Sin embargo, el
gran proyecto aéreo de Torres Quevedo, desarrollado hacia 1919 junto con el
también genial Emilio Herrera Linares no llegó a ver la luz. Hubiera sido un
digno competidor de los dirigibles transatlánticos alemanes, pues el proyecto
del Hispania, tal y como fue llamado, era toda una proeza de su tiempo, una
gran nave capaz de viajar desde Europa a América de forma segura.
Mucho había evolucionado
la tecnología de Torres Quevedo desde su primera patente relacionada con
dirigibles, presentada en Francia en 1902, pero su principal preocupación
seguía siendo la misma: la estabilidad de las naves. Su ingenioso sistema de
armadura interior fue toda una revolución, tanto es así que sus dirigibles
parcialmente rígidos fueron imitados por doquier. Toda aquella inventiva
encontró buena acogida por parte del gobierno español. En 1904 se había creado
el Centro de Ensayos de Aeronáutica, dependiente de la Dirección General de
Obras Públicas, a medida de lo solicitado por el propio Torres Quevedo. Ahí
nacieron sus patentes sobre globos dotados de tirantes a modo de esqueletos que
ofrecieran rigidez a los contenedores de gas. El primer ensayo de una nave de
este tipo se llevó a cabo el 12 de septiembre de 1907 con gran éxito. Se
trataba del Torres Quevedo Nº1, dirigible de tres lóbulos dotados con dos
motores que realizó sus primeras pruebas sobre Guadalajara y que es considerado
como el primer dirigible español. A este modelo se siguió un segundo aparato,
el Torres Quevedo Nº2, que vino a servir como máquina de demostración de
diversas innovaciones que sobre la marcha y con la práctica iban añadiendo
Torres Quevedo y Kindelán. Sin embargo, la colaboración entre ambos terminó de
mala manera en 1908, tras varios choques personales, rompiéndose la buena
relación que habían mantenido hasta entonces
No sólo se centró Torres
Quevedo en el diseño de dirigibles seguros y estables, sino que también alumbró
nuevos sistemas de amarre y almacenaje de los aparatos. Todas las innovaciones
fueron cedidas a la casa Astra bajo licencia, por lo que en Francia comenzó la
producción de dirigibles rápidos, veloces y maniobrables que llamaron la
atención en todo el mundo. Mientras tanto, la cabeza de Torres Quevedo
continuaba dando forma a nuevas patentes, como la que presentaba el
sorprendente buque porta-dirigibles que ideó en 1913. A pesar del éxito de
Torres Quevedo fuera de nuestras tierras, no prosperó una industria nacional de
dirigibles. Sin embargo, sí se contó con un dirigible que llegó a alcanzar
cierta fama en su tiempo, se trató del España. Fue un prototipo de dirigible
que combinaba las ventajas de los globos flexibles con las de las naves
rígidas. Al igual de el Zeppelin muchos años más tarde, el España llamó mucho
la atención de las gentes que lo vieron volar sobre Madrid.
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