Siguiendo las huellas del
vuelo que en 1926 realizó la patrulla de aviones militares pilotados por
Esteve, Gallarza y Loriga, un joven piloto civil español de treinta años,
Fernando Rein Loring (1902-1978), decidió en 1932 repetir la misma hazaña de
unir en vuelo Madrid - Manila, pero esta vez en solitario. Y no solamente llevó
a cabo este vuelo, que estuvo plagado de dificultades técnicas e incidentes de
todo tipo, sino que, demostrando una tenacidad y valor extraordinarios, volvió
a repetirlo en 1933, esta vez sin problemas.
Rein Loring era un hombre
lleno de humanidad, rebosante de tranquilidad y de sosiego. Reconocía con buen
humor que, después de las muchas aventuras aeronáuticas que había vivido en
África, en sus raids y en nuestra guerra civil, lo que más le gustaba eran los
vuelos tranquilos y sin incidentes y que, puesto a elegir entre los vuelos
nocturnos, prefería los de Luna llena. Por eso en Iberia se había hecho famosa
la frase de "un vuelo Rein Loring" para indicar la máxima bonanza del
mismo. Incluso se decía que llegó a modificar las palancas e interruptores de
los tableros de los aviones para poder manejarlos con más facilidad y
comodidad.
Pero cuando recordaba la
avería del depósito de combustible de la E-II sobre el desierto o la primera
vez que vio una "Swift" entonces se transfiguraba y uno comprendía la
fuerza que empujaba a Rein Loring a emprender, hace cincuenta años, aquellos
viajes en que, a bordo de frágiles e inseguros aviones de madera y tela, se
jugaba la vida sin otro motivo que su vocación de piloto.
Porque Rein Loring, tal vez
sin saberlo y en todo caso, sin darle mayor importancia, estaba haciendo
Historia de la Aviación con mayúsculas, aunque después la historia, que a veces
es injusta, no le haya dado tanto relieve mundial como a otros pilotos. Si con
este breve relato sobre sus raids se consigue que la gente le llegue a conocer
mejor habremos hecho algo por la cultura y sobre todo un poco de justicia.
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