Se considera el vuelo más
osado de cuantos emprendiera un aviador civil: el realizado en el verano de
1935, con una avioneta deportiva, Juan Ignacio Pombo Alonso Pesquera, hijo
menor de Juan Pombo Ibarra, uno de los más brillantes pioneros de la Aviación e
iniciador de una importante familia aeronáutica. Con el apoyo del Gobierno, que
le concedió una subvención de 25.000 pesetas, y de la Diputación de Santander,
adquirió una avioneta British Aircraft Tagle.2, monoplano de ala baja
cantilever, construida en madera contrachapada y dotada de un motor Gipsy Major
de 130 CV. en la que se introdujeron las modificaciones necesarias para hacerla
capaz de atravesar el Atlántico.
Se la dotó de un depósito de
694 litros de capacidad, que le daba una autonomía teórica de 3.800 kilómetros
y después de un viaje de prueba Londres-Santander, el domingo 12 de mayo de
1935 emprendió el vuelo en la que se bautizó con el nombre Santander, con la
intención de llegar a México después de atravesar el Atlántico Sur en una etapa
de 3.160 kilómetros sobre el mar, la más importante y larga recorrida hasta
entonces por un avión deportivo.
Juan Ignacio Pombo consumó su
hazaña, después de haber atravesado España y contorneado el África
septentrional hasta Bathurst, desde donde se dispuso a dar el salto a Natal. Lo
hizo el 20 de mayo. Conseguido el éxito en la parte esencia de su periplo
sufrió una serie de incidencias en una de las cuales la avioneta quedó
destruida en un aterrizaje en Brasil. Reemprendió el vuelo el 10 de junio y
después de hacer escala en Paramaribo, isla de Trinidad, Maracaibo,
Barranquilla, Bogotá, nuevamente en Barranquilla y Panamá, llegó a San José de
Costa Rica aquejado de un fuerte ataque de apendicitis, que lo obligó a
internarse y someterse a una operación quirúrgica. Repuesto de ella continuó su
recorrido y tras hacer escala en San Salvador, Guatemala, Vera Cruz y Acapulco,
tomó tierra triunfante en México el 16 de septiembre de 1935.
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