En 1923 se consideró oportuno aprovechar un período de relativa calma en las operaciones militares de Marruecos, para llevar a cabo una expedición aérea que hiciera llegar las alas militares españolas hasta aquellas provincias de la Patria más alejadas físicamente de ella.
Se decidió que una patrulla de aeroplanos terrestres realizara el viaje desde Larache a Tenerife, y que fuera amparada a lo largo de la ruta, y convoyada cuando sobre el Atlántico volara, por un hidroavión.
El material de vuelo que se consideró más adecuado para raid fue, para la patrulla de aeroplanos terrestres el Breguet XIV A-2, y como hidro de acompañamiento se eligió el Dornier Wal, terminando éste último, siendo el protagonista de la expedición.
Las tripulaciones de la patrulla de Breguet, cuyos aviones recibieron los nombre de Tenerife, Archipiélago Canario y Gran Canaria, estaban compuestas por los pilotos, capitanes Rafael Martínez Esteve y Joaquín Pardo García y el teniente Juan Martínez de Pisón, a los que acompañaban, respectivamente, el teniente Antonio Rexach Praga, el capitán Félix Bermudez de Castro Feijóo y el soldado mecánico Domingo Boscho Guitart.
La del Dorniel Wal la formaban los capitanes Ramón Franco Bahamonde y Alejandro Mas de Gaminde, piloto y radio-telegrafista, respectivamente, y los mecánicos, cabo Mateo y soldado Panizo. El comandante Guillermo Delgado Brackembury sería el jefe de la misión, y viajaría a bordo del Dornier, al igual que Leopoldo Alonso, fotógrafo oficial de la Aviación Militar, especialmente invitado para participar en el raid.
El raid comenzaba su andadura el día 03 de enero de 1924, siendo el Dornier Wall el que partía de Melilla rumbo a Cádiz. La salida de la Patrulla de Breguet XIV desde Larache no se realizaría hasta el día 06, siendo ese mismo día cuando se encontrarían con el hidro en Casablanca.
El día 30 de enero se llevó a cabo la etapa Gran Canaria-Tenerife y ya el día 16 de febrero el Dornier salía a tierra por la misma rampa por la que había entrado en el agua el 03 de enero. Quedaba demostrado que se podía establecer el enlace aéreo entre la Península y la provincia más alejada de ella.
En doce horas y cincuenta minutos de vuelo había ido el Dornier desde Ceuta a Las Palmas, y había empleado nueve horas y cuarenta minutos en el regreso. A lo largo del raid, en la etapa de Arrecife de Lanzarote-Casablanca, de 817 kilómetros, se había batido la marca española de distancia en hidroavión.
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